La mudanza

El sábado fue la mudanza. Por fin entregaron el piso a M. el jueves y rápidamente organizó la mudanza para el sábado. Fue alucinante porque todo ha sucedido muy rápido. La verdad es que lloré un poquito porque sé que le hacía muchísima ilusión a M. y ha puesto mucho empeño en tenerlo.

El sábado fuimos a Navas del Marqués en la furgoneta que alquiló M. Ese es uno de esos pueblos heladores en la sierra. Allí estaban los sillones y el sofá. Después fuimos a Moratalaz, a Rivas, de nuevo a Moratalaz y de nuevo a Rivas. Por último, cogimos todas las cosas que tenía su amigo C. en el trastero de su casa de Rivas. Lo malo es que nos pilló la Vuelta (vaya coñazo) y cortaron Rivas hasta las tres de la tarde. Por eso hubo que alterar los planes.

Fue un poco cortante porque estaban la madre y la hermana de M. También conocí a su padre y al novio de su hermana. Parece un chico muy majo. Creo que la madre de M. me miraba mucho durante la comida... ufffff.

La verdad es que fui el que menos curró en la mudanza, pero me daba miedo por la hernia recién operada. Creo que tengo tanta psicosis que hasta me duele el lado donde no me operaron, por el poco peso que cogí. Drichal se pegó un gran paliza y el cuñado de M. también trabajó como el que más. Creo que Drichal no va a tener que ponerse a plan en su preparación a dejar de fumar: después de la mudanza habrá gastado miles de calorías.

El domingo quedamos con los amigos de M. Me parece que les ha gustado mucho el piso.